viernes, 9 de enero de 2009

Este no es mi papi, que me lo han cambiado

El otro día, mientras Elena llevaba a Sandra a natación aproveché para cortarme el pelo. Mi objetivo cuando me corto el pelo es siempre minimizar el número de visitas a la peluquería, así que fue una rapada importante, en mi línea. Cuando acabaron de natación fuimos a casa de mi madre a darle la merienda, aunque la pobre venía dormidita. Al final la despertamos, me pongo a darle la fruta y Sandra venga a llorar. ¿Será que la hemos despertado antes de hora? Pero era raro porque yo notaba que antes de empezar a llorar me miraba la cabeza. Al final le digo a Elena que se lo dé ella, a ver si así, y como la seda. Eso sí, yo sentado detrás, fuera del campo visual, intentando esconderme, aunque de vez en cuando se volvía, me miraba y volvía a llorar.

Al rato ya se le pasó, pero supongo que eso de despertarse y que te esté alimentando un skinhead le impresionó. Eso, o tiene una sensibilidad estética muy desarrollada.

No hay comentarios: