viernes, 9 de enero de 2009

Este no es mi papi, que me lo han cambiado

El otro día, mientras Elena llevaba a Sandra a natación aproveché para cortarme el pelo. Mi objetivo cuando me corto el pelo es siempre minimizar el número de visitas a la peluquería, así que fue una rapada importante, en mi línea. Cuando acabaron de natación fuimos a casa de mi madre a darle la merienda, aunque la pobre venía dormidita. Al final la despertamos, me pongo a darle la fruta y Sandra venga a llorar. ¿Será que la hemos despertado antes de hora? Pero era raro porque yo notaba que antes de empezar a llorar me miraba la cabeza. Al final le digo a Elena que se lo dé ella, a ver si así, y como la seda. Eso sí, yo sentado detrás, fuera del campo visual, intentando esconderme, aunque de vez en cuando se volvía, me miraba y volvía a llorar.

Al rato ya se le pasó, pero supongo que eso de despertarse y que te esté alimentando un skinhead le impresionó. Eso, o tiene una sensibilidad estética muy desarrollada.

martes, 6 de enero de 2009

Paso a paso

Ya apuntaba maneras, pero ahora está claro. Lo de gatear es accesorio. Lo que mola es andar. Sólo gatea si es imprescindible, la mayor parte del tiempo está de pie, apoyada en el sofá o en la mesa de centro y se recorre el salón pasito a pasito. Del sillón al sofá, del sofá a la mesa, de la mesa vuelta al sofá, si te pilla sentado del sofá al papi, del papi a cualquier sitio que no llegaría sola. Y cuando se cansa, se sienta y a gatear un rato a por un juguete o a por la mami si se le ha ocurrido escaparse a la cocina.

Lo de sentarse lo he dicho así sin más, pero es toda una maniobra. Los acoplamientos en la estación espacial, una tontería en comparación. Primero se apoya con las dos manos donde esté. Luego consigue un tercer punto de apoyo amorrándose a la esquina con la boca. Cuando ya está bien sujeta, empieza a doblar las piernas. Muy despacio. Va bajando el culete poco a poco. Cuando ya no le da para más, suelta la boca y estira los brazos para bajar más aún. Y entonces se suelta y aterriza con el pañal. ¡Maniobra exitosa! Houston, volvemos a casa.

lunes, 5 de enero de 2009

Papilla? Yo?

En su línea de ser cada vez más independiente, ahora le da porque no quiere comer lo que le damos. Quiere comer lo que nosotros comemos. Y cogerlo ella.

Hoy hemos ido a un japonés a celebrar el cumpleaños de su primo Marco. Íbamos todo preparados, con su puré de verduras para dárselo mientras comíamos. Y qué más. Persiguiendole la boca con la cuchara y nada. Al final nos rendimos, y le damos un minirollito para que lo vaya chupando y se quede tranquila. ¿Chupar? ¿Quién dijo chupar? Ya tiene dos dientes, y les da buen uso. La tía se ha trapiñado el rollito entero a mordiscos. Luego le intentamos dar arroz otra vez con la cuchara. Qué ilusos. Acaba cogiendo los granitos de uno en uno, pero ella sola, con sus dos deditos. Luego una gamba en tempura, pero con esa no ha podido que se le hacía muy dura. Todo tiene su límite. Y claro, todo esto echandole tragos a su vaso de agua, porque acostumbrada a comer sin sal, pues la comida japonesa da mucha sed. Al final, el suelo ha acabado con más comida que su tripa, ella se ha cansado y ha empezado a dar mal y entonces la hemos enchufado a la teta y se ha quedado frita. Y frita se ha quedado toda la tarde. Luego al despertarse se ha comido la papilla de frutas que no la veía.

Diréis que nos tiene dominados. Qué va, es que somos padres liberales y la dejamos experimentar. De verdad, que es eso. Espero.