Estás tú tranquilamente comiendo lo que sea, un bocadillo, un yogur, cualquier cosa. Entonces, de repente, ves una sombra por el rabillo del ojo. Te vuelves, y te enfrentas cara a cara con un rostro hambriento, de pesadilla, dispuesto a devorar lo que sea.
Es su cara de pedir comida. Se te planta al lado, y no dice nada, sólo abre la boca esperando a ver qué cae.
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